Arqueólogos argentinos están a punto de resolver enigmas de la metalurgia indígena andina que han permanecido siglos sin respuesta: ¿Cómo un pequeño horno cilíndrico de arcilla puede alcanzar hasta 1,000 grados de temperatura? ¿Por qué funcionan en los Andes y en Francia no?
Los hornos “huayrachina”, de los cuales se han encontrado restos arqueológicos que datan del primer milenio de nuestra era, son pequeños cilindros con agujeros que permitían a los indígenas de la región entre el sur de Bolivia y el norte de Argentina fundir metales muy puros con muy poco combustible.
“Cuando llegan los españoles a la región, el Potosí (Bolivia) se descubre oficialmente en 1945, y los europeos no conocían la tecnología para tratar el mineral que había aquí en los Andes”, explica a Efe Pablo Cruz, director del Instituto Interdisciplinario Tilcara, ubicado en la provincia argentina de Jujuy (norte).
“Una de las claves de lo que fue un centro económico durante el periodo colonial, junto con la minería, era la metalurgia, de la cual no teníamos muchas informaciones, más allá de lo que señalaban las fuentes y los restos arqueológicos, que no podemos comprender en su totalidad”, señala Cruz.
“Huayra” hace referencia al viento, mientras que “china” significa mujer, en lengua quechua, aunque los investigadores aún no han logrado identificar el por qué de esta segunda parte del nombre.
El director del instituto se embarcó en la investigación de los hornos “huayrachina” hace casi una década y los estudió en Francia, junto con otros expertos en tecnología indígena.
Allí no consiguieron extraer el metal en los hornos. No fue hasta este mismo año, cuando los primeros experimentos realizados en la localidad argentina de Tilcara aportaron por fin nueva luz sobre el enigma del funcionamiento de estos hornos.
“Es como una chimenea que tiene varios orificios por los cuales circula el viento. Lo que hemos podido probar es que se necesita mucho viento, a partir de 10 metros por segundo de ventilación natural, y estamos tratando de desentrañar cómo entra en juego la altura, la presión atmosférica”, detalló el responsable del proyecto.
Los hornos de viento eran portátiles y permitían a los indígenas fundir unos tres kilos de metal con apenas 6 kilogramos de cartón, casi el mismo combustible que se gasta un argentino en preparar el típico asado familiar del domingo.
Fuente: http://www.elnuevoherald.com/2014/06/16/1774471/arqueologos-argentinos-buscan.htmlA partir de estudios históricos y arqueológicos recuperaron técnicas prehispánicas de tratamiento de minerales para obtener metales preciosos.
Desde los orígenes de la historia, los metales tuvieron un lugar destacado en la vida social y económica de los grupos humanos. Y no solamente debido a las virtudes de sus materias, que sirvieron para la fabricación de utensilios de gran resistencia y sofisticación, sino también por el irresistible atractivo que generan sus brillos: con el paso del tiempo, el oro y la plata llegaron a constituirse como los principales indicios del poder y la abundancia. «Pero, hay un aspecto más de los metales que provoca nuestra fascinación: la manera mágica en que ellos son producidos. En efecto, para obtener los metales es necesario primeramente extraer de las entrañas de la tierra los minerales metalíferos, y luego manipularlos reiteradas veces mediante el calor u otros agentes físicos o químicos.
Transformando la roca sólida en un líquido viscoso, incandescente y centellante, y luego en un nuevo material sólido y brilloso, la antigua metalurgia, basada principalmente en el uso de hornos, fue en todos lados el dominio de las alquimias», explican Pablo Cruz y Florian Téreygeol, ambos arqueólogos especializados en la minería y metalurgia de los pueblos precolombinos de Sudamérica. Dada su importancia, la antigua minería andina fue objeto de numerosos estudios históricos aunque poco se conoce aún sobre los procesos de transformación metalúrgica y cómo fueron los intercambios de saberes y tecnologías entre indígenas y europeos. Para responder esos interrogantes, desde el año 2003 los investigadores encabezan un programa de estudios arqueológicos en áreas mineras del Altiplano surandino de Bolivia, entre ellas Potosí y sus alrededores. Los datos obtenidos sobre antiguas minas y sitios metalúrgicos prehispánicos y coloniales, dieron lugar a que se iniciara hace cinco años un programa de arqueología experimental donde se construyeron y se pusieron en funcionamiento distintos tipos de hornos metalúrgicos andinos.
En abril pasado, las actividades con hornos metalúrgicos andinos fueron realizadas en la localidad jujeña de Tilcara, con la colaboración del Instituto Interdisciplinario Tilcara de la UBA. El equipo construyó y puso a funcionar siete hornos del tipo «huayrachina» (hornos de vientos indígenas), elaborados con arcillas locales y utilizando carbón vegetal como combustible. «Como principal resultado se logró, por primera vez en este tipo de hornos, la extracción de plomo argentífero a partir de mineral de galena procedente de la mina Aguilar, reconstituyendo así la antigua cadena operativa. Las pruebas realizadas permitieron también constatar la alta eficacia de este tipo de hornos de tamaño relativamente reducido», aseguraron los investigadores. A raíz de los resultados alcanzados, ya se prevé establecer en Tilcara una nueva plataforma experimental sobre las antiguas metalurgias, el primer emprendimiento de este tipo en Latinoamérica.