Insólita derivación de una pesquisa judicial. El uruguayo Gustavo Omar Collado Correa miraba en un bar el partido Brasil-Holanda. Lo buscaban desde octubre y dio una identidad falsa.
El año pasado. Claudio «Piturro» Andrada está considerado el jefe de la banda y fue apresado en octubre de 2013.
El sábado a las 18.40 dos policías de la comisaría de Coronel Bogado, 50 kilómetros al sur de Rosario, entraron a un bar donde varios parroquianos miraban el partido con que holandeses y brasileños definían el tercer puesto del Mundial de fútbol. Se acercaron a la mesa donde estaba un hombre de unos 40 años, el único al que no conocían del pueblo, y le preguntaron si la camioneta Toyota de doble cabina estacionada afuera era suya. Cuando el cliente contestó que sí le pidieron los documentos del vehículo. El hombre dijo que no los tenía porque se la habían prestado «para hacer un negocio». Mientras le explicaban que debía acompañarlos a la seccional, el desconocido dijo llamarse Marcos Alejandro Herrera y mostró un carné del Senado de Buenos Aires con su foto y su nombre para intentar amedrentarlos. No le valió de mucho. Lo requisaron frente a todos y se lo llevaron.
Al sospechoso lo fueron a buscar después de que la policía comunal de la ciudad bonaerense de General Belgrano avisara a la comisaría de Coronel Bogado que una camioneta con pedido de captura, según las señales de un dispositivo satelital, aparecía estacionada en esa localidad. Lo que nadie se imaginó es que el hombre de 41 años moreno y robusto que tenían frente a ellos era requerido con alta prioridad judicial por integrar una de las mayores bandas de narcotraficantes de Argentina: la que comandaba el santiagueño Claudio Alejandro «Piturro» Andrada, de 46 años, apresado hace nueve meses por importar grandes cantidades de cocaína desde Bolivia y distribuirlas en el conurbano bonaerense.
«Dejemoslo así».Piturro Andrada fue detenido por orden de la jueza federal de San Isidro Sandra Arroyo Salgado como organizador del tráfico de 583 kilos de cocaína secuestrados por Gendarmería Nacional en un camión térmico Mercedes Benz en el norte de la provincia de Córdoba el 23 de octubre de 2013. El hombre que cayó el sábado en Bogado, en tanto, está acusado de ser uno de los socios principales de esa banda. El mismo lo dijo en la comisaría del pueblo cuando ya era indudable que la credencial del Senado exhibida era tan poco auténtica como el nombre que había dado.
«Te voy a decir la verdad, ese nombre de Herrera que te di no es real, me llamo Gustavo Omar Collado Correa, no tengo domicilio fijo porque tengo captura del Federal, te pido que dejemos las cosas así», le imploró a uno de los policías que se aprestaba a identificarlo dactiloscópicamente. Cuando avanzaron los trámites, desde la comisaría llamaron al juzgado de Arroyo Salgado. «Cuando les comunicamos a quién teníamos se mostraron sorprendidos y nos pidieron que lo trasladáramos cuanto antes», dijo un policía de Bogado. Y el lunes una comisión policial lo llevó a San Isidro.
Gustavo Omar Collado es uruguayo y solía moverse por la provincia de Santa Fe. De hecho tiene un pedido de captura de un juzgado de Cañada de Gómez por una estafa en Las Parejas. La camioneta por la cual lo localizaron en el bar «Arturo» de Coronel Bogado fue apropiada mediante una defraudación. La jueza Arroyo Salgado ubica a Collado como socio fundamental de Piturro Andrada. Y procuró detenerlo desde el mismo día en que este cayó.
La operación. La investigación que condujo a la detención de Andrada, quien durante 17 años tuvo antecedentes ligados al narcotráfico, es una novela en sí misma. La negociación entablada por Piturro con abastecedores bolivianos de cocaína fue detectada ocho meses antes de que interceptaran los 583 kilos en un camión cerca del pueblo cordobés de Sinsacate. La jueza supo que el mayorista en Bolivia se hacía llamar «Chichi». Y que quienes negociaban con él eran Andrada y Collado.
La jueza Arroyo Salgado seguía a la banda con escuchas telefónicas y dejó completar todo el ciclo de la operación para caer sobre ella en el final. Dos meses antes del operativo Andrada y Collado viajaron a Yacuiba (Bolivia) para controlar la calidad de la droga y pactar el precio. Mediante el tráfico de mensajes de texto y diálogos telefónicos la jueza se enteró de la ruta que harían y de los personajes que participarían en cada tramo de la operación. La mercadería pasaría en avioneta hacia Las Lajitas, en Salta. Desde allí se la subiría al Mercedes Benz patente HOS 695 que la Gendarmería terminó interceptando.
Oriundo de la ciudad santiagueña de Frías, Piturro Andrada estaba allí controlando la operación frustrada. Pocas horas después fue detenido junto a cinco de sus cómplices gracias a las mismas escuchas que posibilitaron saber el destino final de la carga: un galpón en José C. Paz, al oeste del conurbano bonarense, donde se fraccionaría la cocaína. Allí encontraron elementos para estirar y envasar estupefacientes. Piturro está preso en la cárcel de Villa Devoto. «Uno de los mayores transportistas y distribuidores a gran escala de estupefacientes a nivel interno de la Argentina» lo calificó la jueza en el texto de su procesamiento.
Los datos de las escuchas son un manual de procedimiento narco. En ellas Piturro precisa hasta la cantidad de combustible que demandan las avionetas para cruzar la frontera y de las mejores pistas clandestinas para el aterrizaje. El día del operativo se secuestró un GPS donde estaban almacenadas las coordenadas de los lugares recomendados para la llegada de las naves. Por mapas encontrados en una propiedad de Piturro, en Frías, se supo que el siguiente aterrizaje se esperaraba en una pista informal de la localidad santiagueña de Nueva Esperanza.
Tras la detención de Collado Correa sólo el hijo de Piturro Andrada, que se llama igual que su padre, permanece prófugo más allá de los 18 allanamientos realizados en Buenos Aires y Capital Federal después de la detección del camión, hace nueve meses. En esos operativos fueron detenidas 16 personas, la mayoría de nacionalidad peruana.